lunes, 30 de abril de 2007

Coincidencias

¡Hola! Si, es verdad, Sonia, este domingo 29 ha sido mi cumple. Curiosamente, la nueva Infanta Sofía también cumplirá años el mismo día que yo. Me alegra la coincidencia, pero no por ninguna razón de afición a la monarquía (no soy monárquico: pocas instituciones tan homófobas como esta, entre sus muchos defectos), aunque eso no quiere decir que al volver de cenar con mi familia no haya estado viendo –mi vena periodística aflora, con la dosis de cotilleo que todo español lleva dentro, je,je– los programas que todavía estaban dedicando un montón de informaciones de archivo a la noticia del día. Decía que me alegra, por la sencilla razón de que alguien recordará que este día es mi cumpleaños, sólo por la coincidencia en la fecha. Diréis… “quien se acuerde de tu cumple sólo por eso muy amigo tuyo no debe ser”, pero hay casos que no son así: mi abuela, por ejemplo, pobrecita, cada vez se le va más la cabeza, pero cuando se ha dado cuenta me ha estado un buen rato poniéndome colorado diciendo lo buen nieto que soy, etc, etc. Así que, si el que hoy haya nacido Sofía sirve para que alguien más se acuerde de mi cumple, bienvenido sea.

Otra cosa: me ha dado el subidón cuando he abierto esta noche el blog y he visto 7 comentarios a mi último post, así que, ¡muchas gracias, Sonia, Osane, becario (una cosilla: las pastillas que tomo son con receta de la terapeuta, no me automedico, je, pero gracias por el consejo), y, sobre todo, Max (cuando sales por la tele, me haces pasarlo bien y sonreir, gracias por ello). Os agradezco de verdad todos vuestros comentarios, me hacen sentir más acompañado. Os espero, tanto aquí en mi blog, como en el de Max. ¡¡¡¡Besos para todos!!!! ;D

lunes, 23 de abril de 2007

Urgencias

Hoy me he levantado inquieto. Creo que fue porque se me pasó tomarme las pastillas de la noche (Seroquel 300 para la ansiedad y Mirtazapina 30 para dormir, pero eran las 3 de la mañana, y el sueño vino solo). El caso es que esta mañana me he levantado inquieto. Y así se lo he dicho a la terapeuta (hoy tenía consulta). También le he dicho que he soñado con que estaba en medio de un capítulo de Urgencias. Y así ha sido. He soñado con que estaba quieto en medio del pasillo del hospital, viendo todo lo que pasaba, como si las camillas, los enfermos, todo, pasase a través de mí, como si yo no existiese. Era una sensación muy rara. La agitación y el ajetreo del hospital a esas horas no iban conmigo, pero me afectaban de igual manera.

Se puede decir que esa es la sensación de mi día a día: el mundo, las horas, pasan a través de mí, y me dejan herido, magullado, por dentro, poco a poco, y me hacen sentir que no existo, que no importo a los demás (excepto a mi familia), que soy prácticamente invisible para ellos, a pesar de mis señales de socorro y de necesidad de afecto. Pondré un ejemplo: hace unos días cuando estuve en Estocolmo se me ocurrió escribir un par de postales a mis dos amigas especiales (nada que ver con la atracción sexual, ya sabeis) de Barcelona, con la idea de que les haría ilusión recibir una postal en estos tiempos tan poco habituados a la comunicación postal. Bueno, el caso es que esperaba unos días después alguna señal, siquiera sugerida, de respuesta a mi inusual impulso de escritura manual y viajera.

Pero no hubo tal cosa. Sólo necesitaba al menos un par de líneas en un e-mail breve, un mensaje cortito de móvil o algo parecido, diciéndome “gracias por tu postal, me ha hecho mucha ilusión, hace mucho tiempo que no recibo una, gracias por acordarte de mí”, a modo de burbuja de oxígeno balsámica en medio de la depresión. No es pedir mucha cosa. Pero ni siquiera eso es posible.

miércoles, 4 de abril de 2007

Estocolmo

Hoy debería estar contento. ¿Por qué? Porque en la madrugada de mañana saldré camino a Estocolmo para pasar allí unos días. Dicen que una ciudad preciosa, digna de ser visitada y con muchas cosas para ver.

Pero la verdad, mi verdad actual, es que no siento felicidad ni ilusión para nada. Sólo pensar que tengo que hacer la maleta hace que sienta una pereza inmensa. No es por el destino, entendedme, puesto que si me gusta conocer la capital sueca. Es sólo que me gustaría conocerla pensando que en el resto de mi vida hay alguien aparte de mi familia que quiere mi felicidad y, lo que es más grande, que me quiere y le gusta estar conmigo y hacerme feliz. Y que hace que yo sienta lo mismo con respecto a él.

Sin embargo no es así: caminando por la bella Estocolmo, comprando en una tienda de recuerdos, haciendo una foto, cenando en un restaurante agradable o descansando en el hotel…no dejaré de sentir una enorme y amarga soledad en lo más profundo de mi corazón. Y así no hay quien disfrute no sólo de unas vacaciones sino de cada día de la vida.