sábado, 30 de junio de 2007

Orgullo en silencio (a mi pesar)

Todavía queda un buen rato para la manifestación del Orgullo en Madrid. Tengo sentimientos contradictorios: por un lado me apetece ir (por pasar un rato divertido), pero por otro no tengo ganas, porque las veces que he ido a un desfile callejero (el Carnaval brasileño por las calles de Barcelona por el Fòrum en 2004 o el concierto-desfile de Carlinhos Brown en el 2005) me ha pasado que al llegar a casa me ha dado un bajón por el que no me apetece pasar hoy.

¿El motivo? Me da mucha rabia ir al desfile sólo, porque casi todo el mundo va con más gente a pasárselo bien, bailar y olvidarse de problemas. Pero conmigo no viene nadie: de mis amigos, sólo una colega mía de la universidad lo sabe, y hoy tenía planes; de mi familia, sólo mi madre, y la última vez que hablamos (hace meses) de que soy gay me dijo que no le apetecería verme en el desfile del Orgullo.

Sé que soy yo el que decido mi vida, pero todavía (con 27 años), lo que piensen los demás me paraliza y me da miedo. Además, a mi edad, no he tenido nunca novio, a pesar de lo mucho que lo necesito.

También sé que no seré el único que hoy no irá al Desfile por no sentirme sólo en medio de la multitud (una sensación nada agradable). Por eso sólo espero decidirme dentro de poco a liberarme y a poner mi propia opinión sobre lo que soy por delante de la de los demás. Y no sólo eso: espero encontrar a alguien especial con quien quizás ir el próximo año a Estocolmo a decirle a toda Europa “A quién le importa”.

miércoles, 27 de junio de 2007

Yo o los demás

Esa disyuntiva es la que creo que mejor resume y gobierna la mayoría de decisiones que tengo que tomar en la vida. Y el lado vencedor suelen ser "los demás", de tal manera que me olvido de lo que yo quiero de verdad hacer o decir en esta vida, dando preferencia casi absoluta a lo que los demás quieren. Tengo ese tic autodestructivo bastante automatizado, y eso no está bien. Quiero ser capaz, cada vez más, de quererme más a mi mismo y a repetirme a menudo que tengo todo el derecho del mundo a gobernar un poco mi vida, sin dejar que los demás tiren o hagan balancearse peligrosamente el barco en el que navego cada día, en el que frecuentemente dejo que los demás me roben el timón.

Ya estoy harto de ser así. Me gustaría no tener miedo a los demás, a que me hagan daño (ya he contado otras veces los antecedentes que me llevan a sentirme así), y ser capaz de levantar la voz bien alto para recordarle al mundo que JUAN (así, con mayúsculas) está ahí y que no va a dejar ya nunca más que los demás le influyan tanto en las decisiones diarias -que todo el mundo tiene que tomar en esta vida- hasta tal punto que le paralizan y le bloquean.

Ya no quiero sentirme bloqueado. Ya no quiero poner casi siempre a los demás por delante de mí. Porque tengo derecho a elegir cada día lo que quiero para mi vida, sin que los demás con un par de palabras (o, lo que es lo mismo, sin mucho esfuerzo) tuerzan el camino que yo mismo me marco.

No es fácil, pero quiero tener la fuerza para conseguirlo.

martes, 19 de junio de 2007

Justicia poética

Normalmente suelo considerar que este mundo en el que vivimos es un lugar horrible, tanto para nosotros como para quienes vengan detrás dentro de unas generaciones. Pero hoy un programa de televisión me lleva a decir que, a pesar de todo, todavía existen elementos de justicia poética a los que agarrarnos desesperadamente para seguir creyendo que este mundo merece algo la pena.

Me refiero al programa de "Allá tú" de esta tarde en Telecinco. El concursante se ha llevado los 600.000 euros, el premio máximo del programa. Pero quien ha ganado no es una persona cualquiera, sino alguien para quien su sueldo más preciado es la sonrisa de un niño, especialmente la de áquellos que, por una mala combinación de probabilidades (una manera más correcta de llamar a la mala suerte), han nacido en un país pobre y para los que una sonrisa es como una pequeña burbuja de oxígeno que añadir a la poca comida que tienen para engañar al estómago y a la mente y seguir viviendo (siempre me ha admirado que las sonrisas más amplias que salen por la tele son las de los niños que objetivamente tienen menos motivos para reir: esto nos debería hacer reflexionar sobre los valores de las personas que vivimos en los países desarrollados).

Por eso me ha alegrado mucho que ganase Gilbert de Tarragona, que antes de saber que ganaba semejante cantidad de dinero, ya se ofrecía a ir con Jesús Vázquez a Africa para echar una mano a los voluntarios de ACNUR. Por eso, no me cabe duda que, en cuanto rellene los "huequecillos" económicos que todos tenemos que tapar, el resto del dinero irá destinado a hacer felices a más niños y a más gente. Por eso, me ha gustado un montón que el premio fuese para él. Porque ese dinero se convertirá en felicidad para mucha gente, ¿no os parece?

sábado, 16 de junio de 2007

Discutir por la tele

No, no es lo que os imaginais. No penseis en toda mi familia sentada en el sillón discutiendo por qué programa poner (creo que eso ya no pasa en casi ninguna casa española). Os cuento: hoy han traido a la habitación de mis padres (es una forma de hablar: mi padre duerme allí y mi madre en otra habitación) un armario con el que aprovechar mejor el espacio (no hay mucho sitio en ella). Lo que ocurre es que ese mueble inutiliza las conexiones de antena de una tele que estaba conectada hasta ayer...Y hasta ahí podíamos llegar: cuando se lo hemos dicho a mi padre, ha puesto el grito en el cielo y nos ha echado en cara a mi madre y a mí que no hayamos convencido al que nos ha instalado el armario de que agujerease por donde estaban las conexiones (una pena, porque el mueble precisamente barato no es). Y es que mi padre tiene la costumbre de quedarse dormido todos los días con la tele encendida. A cambio de sacar la tele de su habitación, le proponíamos habilitar una habitación ahora llena de trastos como pequeña salita de TV. Lo que quiere decir...(ay, se acaba el mundo para mi padreeeeee) que no podrá ver la tele desde la cama.

El caso es que la discusión ha sido tal que mi madre, al llegar a casa no ha podido evitar llorar de rabia. Mi padre no lo ha visto: ha tardado un rato en subir porque ha hecho parada y fonda durante un ratito en el bar.

Todo esto me ha llevado a pensar, una vez más, hasta qué punto la tele es un electrodoméstico central en la mayoría de las casas. Yo, cuando era más pequeño, veía muchas más horas de tele, pero ahora, con 27 años, soy bastante selectivo con ella: puedo ver una serie que me interesa, o los informativos, o un concurso entretenido (Allá tú, Saber y Ganar...), pero no me cuesta nada cambiarla por una buena velada leyendo un buen ensayo -la ficción me gusta más por la tarde, cuando estoy seguro de que el sueño no me vencerá, o en el fin de semana, para devorar personajes durante varias horas seguidas-, con música de fondo, o bien simplemente escuchando la radio o leyendo una revista. Y estoy orgulloso de ello.

Por eso, como me he vuelto más comedido en cuanto a consumo televisivo, me rebelo cuando soy testigo (cuando presencio una discusión, se me tensan todos los músculos y no me siento nada a gusto) de cómo la tele se convertía en un arma arrojadiza e "incandescente" entre mis padres. Me parece demasiado.

miércoles, 13 de junio de 2007

Vecinos insolidarios

Ufff, la verdad es que esta tarde ha sido un poco coñazo. Tocaba reunión de la Comunidad de vecinos de mi edificio. La verdad es que a medida que iba avanzando la reunión me iba poniendo de mala hostia por momentos. Y es que no entiendo lo poco solidaria que es la gente.

Veréis, os cuento: ahora va a empezar el verano y con el calor nuestras terrazas necesitan toldos para que no nos achicharremos vivos cuando salgamos a asomarnos un poco a ver pasar la vida. Pero resulta que la fachada está tan mal hecha ("fachada hiperventilada" la llaman) que no se puede anclar nada a ella y, por eso, la única solución posible para colocar un toldo es poner una especie de pérgola con contrapesos en cada una de las cuatro patas para que la estructura no se mueva con el viento.

Pues bien: mi piso no es la única terraza del edificio...y, sin embargo, en las reuniones soy yo el único que plantea el tema: ¡¡¡me da una rabia!!! Sobre todo porque estoy seguro que cuando yo consiga que me dejen poner el toldo otros vecinos que en las reuniones se callan como cobardes, pedirán ponerlo en sus respectivas casas...sin haber gastado una sola caloría de energía defendiendo esta idea en las reuniones.

¡Vamos, que yo les hago el trabajo "sucio" y luego se apuntan otros en mi misma situación! ¡Vaya morro!...no sigo porque me caliento, jeje. ¡¡¡Menos mal que luego he ido al gimnasio y me he relajado un poco!!! En fin...

domingo, 10 de junio de 2007

De bajón

¡Hola, chicos! Estoy de bajón. Llevo un buen rato navegando por Internet y visitando mis blogs favoritos. Normalmente, eso me suele distraer y hacer olvidar aunque sea por un rato la soledad que siento todos los días y la necesidad cada vez mayor de tener a alguien a mi lado con quien ir al cine (hace tiempo que me aburrí de ir al cine sólo: alguna que otra vez cuando estaba en Barcelona iba al cine pero, aunque la película fuese una comedia, yo comenzaba a llorar discretamente en la butaca), cenar los dos en un buen restaurante o simplemente pasear juntos por el centro.

Sé que no hago más que lamentarme, pero ahora mismo no me siento con muchas fuerzas para salir a buscar a ese alguien que necesito. Mientras, esta noche, mi "planazo" es ver un par de capítulos de Urgencias y acostarme a las 3 de la mañana (últimamente lo hago incluso más tarde: no es que tenga insomnio, sino que tengo el horario pelín cambiado) deseando tener un sueño relajante (ni siquiera eso tengo) y despertarme ya en domingo. En fin...¡que necesito ánimos! Ayyyyy...

viernes, 8 de junio de 2007

Ocean's Maxim

¡Hola! Hace un rato he visto en la tele a Max en el estreno de Ocean's 13. En una palabra: ¡impresionante! Preciosa y profunda mirada (Max, dejanos ver más a menudo tus ojos), una barbita sexy y el pelo peinado al estilo de Clooney en la peli. Desde aquí ánimos para nuestro galán valenciano y...¡descansa todo lo que puedas! ;D

Por cierto, un pequeño comentario sobre George: como ya os he contado en algún post, suelo guardarme todas las fotos que veo en los periódicos en Internet de mis heteros favoritos. De Clooney tengo unas cuantas (especialmente buenas unas de la web de la revista Vanity Fair)...y en las últimas que he guardado, he visto un par de cosas, una buena y una mala: la buena es que estaba muy guapo con algún kilito de menos -le sienta muy bien- cuando estuvo en Cannes; la mala...que se ha operado para quitarse las bolsas bajo los ojos...¡¡¡¡y no le hacía falta!!!!. En fin, espero que no se siga operando, con lo sexy que está siempre...para que tocarse, ¿no?

¿Qúé opinais? ¿Cotilleamos un poco? jeje. Besos!

sábado, 2 de junio de 2007

Hace ya unos veranos

Inspirado por Max, hoy recordaré como eran mis veranos hace ya unos cuantos años, cuando era bastante más pequeño.

Era mitad de agosto en el norte y mitad en el sur. Del norte recuerdo ver bancos de pececillos con sólo asomarme a la terraza de mi casa (hasta que pusieron allí una mole de cemento para celebrar las fiestas patronales cada año e hicieron el muelle del pueblo mucho más grande), escuchar a mi visabuela contarnos historias que inventaba en ese mismo momento mientras le daba al pedal de la máquina de coser, tomar riquísimos bizcochos hechos por ella en un molde redondo, tomar lechuga fresca y carne jugosa que se comía sólo con tenedor (por lo blanda y rica que estaba). También recuerdo un malecón con mucho encanto compuesto casi totalmente por casitas bajas y con un solo edificio alto (no como ahora, que ya se ha estropeado todo con construcciones nuevas).

Luego nos íbamos para el sur. De allí recuerdo partir almendras –que habíamos cogido la tarde anterior en el campo– en el borde de la acera con una piedra, justo después de comer, mientras mi abuela fregaba toda la casa y no nos dejaba entrar. Cuando nos cansábamos, entrábamos con cuidado (el suelo no estaba del todo seco) para ver “El Coche Fantástico”, “El equipo A”, “V”, “El Superhéroe Americano”, y otras tantas.
Recuerdo unas migas riquísimas y un arroz con pavo o conejo como no se podía probar en ningún lado (ahora, con la edad, ya ha perdido el toque, la verdad).
También recuerdo cosas malas (mis padres discutiendo en el coche porque mi abuela paterna nos había regañado por no estar a las dos en punto para la comida, por ejemplo), pero he preferido poner algunas de las buenas. Pero, además, recuerdo sillas como la del post de Max, con dos patas encima de la acera y otras dos fuera, con la gente del pueblo balanceándose y mirándonos pasar por delante –y a veces teniendo que levantarse para dejarnos pasar, por lo estrecha de la calle, por nuestra llegada al pueblo–. En fin, recuerdos de hace ya mucho tiempo.