miércoles, 31 de enero de 2007

Un deseo sencillo

Las manos me pesan. Quiero desahogarme escribiendo un rato, pero hoy me cuesta mucho. Siento que todo seguirá igual durante mucho tiempo, y necesito que algo cambie alguna vez: que alguien –aparte de mi familia– se acuerde de que sufro, de que las horas pasan lentas y yo sigo sin ganas de reir, de que me gustaría recibir un e-mail o un mensaje de consuelo, o simplemente diciéndome que se acuerdan de mi y quieren saber como me va todo. Pero ni siquiera algo tan sencillo (y que para mi sería un rato de magia en medio de muchas horas tristes) me pasa. Y no lo entiendo. Creo que siempre he procurado y procuro dar lo mejor de mi (mi mejor sonrisa, aunque no sienta alegría para nada, o mi mejor regalo, cuando pienso que esa persona en realidad no lo merece) y, sin embargo, no recibo nada a cambio. Y no sé por qué. Siento que el resto del mundo, todas las personas que conozco menos yo, tienen una suerte distinta y alcanzan a tocar algo de felicidad de cuando en cuando. ¿Por qué no me pasa a mí?

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