lunes, 5 de febrero de 2007

Un puñetazo en el estómago

Eso es lo que he sentido hoy nada más saber que le habían dicho a mi padre que me daban empleo en un área del organismo en el que el trabaja. Puede parecer contradictorio, pero la noticia no sólo no me produjo alegría, sino que me aceleró el pulso y se me tensaron todos los músculos, especialmente la espalda y, como ya he dicho, el estómago.

Me he duchado para relajarme, pero todavía me duele un poco el corazón. De hecho, no hace muchas semanas, tantas cosas que me preocupan y que son como un denso banco de niebla en mi cabeza, me aceleraron tanto el pulso que me dolía desde el corazón, todo a lo largo del brazo izquierdo, llegando a la muñeca izquierda. Tanto lo notaba que me acerqué con mis padres hasta urgencias. Allí me dijeron que era sólo una crisis de ansiedad, pero para mi era y es más que eso: es el reflejo fisico de la depresión, de la falta total de energía para trabajar poniendo ilusión en ello, cuando lo único que necesito es ocuparme casi exclusivamente de mi mismo.

Y eso es lo que intento hacer yendo a la psicoterapeuta, y siento que, si empiezo a trabajar, el horario –que me dejaron entrever que más de un día sería echarle horas extra aparte de lo convenido– me impedirá o me dificultará bastante el ir a la consulta, cuando lo necesito tanto. Por eso…tengo miedo.

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