viernes, 31 de agosto de 2007

Ufff, dijo él

Hola. Hoy ha sido un día para olvidar. Ahora mismo debería estar cenando con mi hermana y sus amigos para luego ir al cine. Pero es más que probable que esa costumbre haya llegado a su fin.

Y es que me he peleado con ella. Ya antes de llegar a casa ya sabía que ella no estaba de humor, porque había hablado antes con mi madre y le había soltado unas cuantas borderías. Y cuando ha llegado a casa me ha dicho si la llevaba yo en el coche (es ella la que conduce siempre hasta el centro comercial donde vamos todos los viernes, pero su coche está en el taller. Como notaba que estaba bastante borde, le he dicho que si iba a ir con ese humor, que no pensaba llevarla.

Y es que ya estoy harto de sus malos humores. Porque no es una cosa de hoy. Es siempre. Cuando llega a casa, va directamente a su habitación y cierra la puerta. Y si quieres entrar para algo, casi es como pedir una audiencia con alguien importante. Muchas otras veces que he ido con ella a cenar y al cien, sin venir a cuento, me ha dado malas contestaciones. En el momento no le decía nada (¡es que tiene un carácter!), pero luego llegaba a mi casa y le contaba a mi madre, para desahogarme, que estaba un poco molesto con mi hermana por cómo se comportaba conmigo. Yo tengo buen carácter –lo que no quiere decir que yo no me comporte mal alguna vez, pero cuando es así lo reconozco– y por eso mismo tiendo normalmente a no quejarme cuando se portan mal conmigo y tragar y tragar y tragar…

Pero hoy no he podido más. Y he estallado. Me da pena que eso signifique que eso no vaya a ver en un tiempo a los amigos de mi hermana, especialmente a su novio –que es una buenísima persona– y a una compañera suya de la universidad. Aunque ya me las ingeniaré (espero) para saber cosas de ellos de vez en cuando.

Pero por otro lado, todo el jaleo tiene algo de positivo para mí, aunque haya sido de manera tan brusca: que me han provocado y he saltado… o, dicho de otra manera,… que no me he callado. Y eso es un logro.

Sin embargo el día no ha acabado ahí. Ibamos mis padres y yo en el coche por la calle Almagro de Madrid y veíamos que dos agentes de movilidad (¡que no son policías, eh!) iban muy lentos y hablando entre ellos de moto a moto. De repente, y aunque nosotros ibamos a distancia suficiente, uno de ellos frenó en seco para advertir a una furgoneta… y casi nos lo tragamos. Entonces, nosotros, al pasar al lado, le dijimos que porque no había señalizado que iba a parar.

Entonces, al chulo-analfabeto que uno de ellos llevaba dentro –el otro no, era más educado– nos paró de malas maneras para multarnos porque mi padre no llevaba el cinturón (a pesar de que ya antes había pasado a nuestra altura y no nos había dicho nada), cosa que era verdad, pero que en el momento le sirvió a él de tapadera de sus imprudencias al volante, dándole la vuelta a la tortilla y mostrando su arrogancia simplemente por llevar uniforme.

Mientras el gilipollas comprobaba los datos, el compañero educado nos comentó que, según el reglamento, ellos no estaban obligados a señalizar con intermitente si iban a parar. Yo eso lo puedo entender en una situación de emergencia (persiguiendo a alguien, por ejemplo), pero no siempre. Así que si esa norma es así, es una locura.

Pero, al menos, después de todo, un taxista que lo había visto todo nos dio la razón en cuanto a que ellos lo iban haciendo mal y nos dio sus datos y su teléfono por si lo necesitábamos de testigo para recurrir la multa. En fin… que, salvo esto, toda la situación… un mal rollo y una rabia increíble por el abuso de autoridad.

Así que, como veis, un día completito.

Ah, una cosa: el título de este post es un homenaje a un libro de Quim Monzó que no se si está traducido al castellano y que se llama “Ufff, va dir ell”. Os recomiendo al autor, que escribe en La Vanguardia (tanto en el diario como en el suplemento dominical) y del que estoy leyendo ahora un divertido libro de relatos –lo estoy leyendo en catalán, que para algo me tenía que servir el haber vivido más de un año en Barcelona– que se llama “El perquè de tot plegat” (El porqué de las cosas). Éste si que lo hay en castellano (editorial Anagrama). Así que os lo sugiero.

Besos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

En vez de hablar con tu madre deberias hacerlo con tu hermana.
Si su caracter es asi, que no es que tenga ningún problema, pues solo queda aguantar el chaparron hasta que se la pase o como has hecho pasar de ella.
Lo del poli, si que es una putada, pero jo, que lo del cinturon es importante asi que aunque haya sido de malas, a ver si tu padre aprende.
Espero que todo se arregle y tengas un buen fin de semana.
Un beso.

Anónimo dijo...

¿como vas?

JuanSan dijo...

¡Hola!

No, si lo del cinturón ya sé que es importante. Pero lo que me molestó fue la actitud de uno de los dos agentes.

En cuanto a como voy...con mi madre mejor (no sé si dije en el post que también había discutido con ella) y con mi hermana, todavía no me habla. Espero que con el paso de los días le cambie el humor y admita que de vez en cuando su tono no es el mejor (todos tenemos fallos, joé).

Todo esto se lo he contado hoy a la terapeuta y la verdad es que me ha aliviado bastante sacarlo fuera, como aquí, jeje.

¡Besos!

Anónimo dijo...

Pues eso es lo importante. Tu saca lo que necesites que te escuchamos.

Anónimo dijo...

Niño, que se acerca la mitad de la semana y no posteas nada.
Cuenta algo que seguro que tienes mucho pa contar.
Por cierto, Juanan esta liado este mes, por eso le veras poco o nada por aqui.

Anónimo dijo...

Pues si que estas remolon

Anónimo dijo...

Niñooooooooooo, di algo.

JuanSan dijo...

¡Holaaa!

Esta tarde pondré nuevo post, ¿OK?

Besos.