viernes, 6 de julio de 2007

N. Y.

Como dije, aquí os contaré del recuerdo que tengo de mi primer y, de momento, único viaje a Nueva York, hace unos quince años (aunque espero repetir, a pesar de que posiblemente tenga que sentirme violentado por los controles de aeropuerto, no sólo los de aquí al salir, sino sobre todo al llegar, en los que te hacen sentir “presunto culpable” hasta que no se demuestre lo contrario -en fin, es que me toca bastante los huevos el asunto-, y eso que muchos de los controladores de inmigración a la llegada seguro que se apellidan Gómez, García o cualquier otro de origen hispano, con lo cual la sensación resulta aún más extraña).

Lo primero que recuerdo fue que el vuelo fue en clase turista. Parece una cosa sin importancia, pero cuando el viaje es largo, merece la pena ahorrar un poquito más de euros para poder ir en primera (la próxima vez lo haré). Bueno, como decía, los asientos en turista hicieron que al llegar a Nueva York estuviésemos un poquito más cansados de lo habitual, jeje. En el trayecto del aeropuerto (no sé si fue Newark o JFK) al hotel, en nuestro caso el NY Hilton, me acuerdo que lo primero que vi fue un barrio a las afueras todo con casas de ladrillos marrón oscuro, junto a un cementerio larguísimo (lo estuvimos viendo un buen rato desde el mini-van), que supongo que sería el principal de la ciudad.

El hotel no estaba nada mal, aunque se notaba que ya tenía unos cuantos añitos. El día que llegamos por la noche teníamos mucho hambre y bajamos al restaurante, pero ya estaba cerrado. Sin embargo, en ese momento descubrimos la ventaja de ser hispano en Nueva York (yo creo que te puedes manejar perfectamente por casi toda la ciudad hablando en castellano, aunque a mi siempre se me ha dado bastante bien el inglés). Mi madre comenzó a hablar con los camareros que estaban recogiendo y nos dieron un montón de panecillos, cruasanes y bollos todavía bastante tiernos que, si nosotros no los cogíamos posiblemente se tirasen.

No recuerdo el orden de todo lo que vimos, así que os daré unas pinceladas sueltas:

-Lo más impresionante: ver por la noche el perfil de Nueva York desde Nueva Jersey (al otro lado del río Hudson), visitar el Empire State (ver la peli “Algo para Recordar”, con Tom Hanks y Meg Ryan, o, para los amantes del cine más clásico, “Tú y yo”, especialmente la versión con Cary Grant) y, sobre todo, la visita a las Torres Gemelas, ya casi cerrando, subiendo en un ascensor que iba rapidísimo, y disfrutando desde arriba de cómo se iba haciendo de noche en Nueva York, con unas vistas inigualables e –impresiona pensarlo– irrepetibles.
También genial fue, otro día, la excursión en helicóptero sobrevolando la ciudad (y admirando desde arriba, sobre todo, la grandiosidad de toda la ciudad y, especialmente, de Central Park).
Y, además, la excursión en autobús a Washington, visitando el Capitolio, la explanada con el lago y el monolito (ayyy, no recuerdo como se llama, no recuerdo si es el monumento a George Washington, qué cabeza), el monumento de recuerdo a los muertos en Vietnam, allí cerca también y, sobre todo, la visita –muy emocionante sobre todo para mis padres– de las tumbas del mausoleo de los Kennedy, en Arlington (Virginia), que queda al otro lado del río.

-El palizón del viaje: la visita a las cataratas del Niágara, yendo en avión desde N.Y. a Buffalo (todavía en el Estado de Nueva York) y luego en furgoneta hasta el fin del lado estadounidense del lugar, y parándonos en la frontera para cruzar al lado canadiense. Lo que más recuerdo: hacía mucho frío, los guías locales eran unos pobres hombres (casi nos daban pena ver con que ganas devoraban la comida del buffet en un hotel allí mismo incluido en el viaje: uno era mexicano (bastante simpático, aunque tampoco un guía demasiado bueno) y otro de origen italiano que prácticamente no abría la boca.

-Las compras: una tienda de Levi’s donde compré un par de vaqueros que me sentaban como un guante (nunca he vuelto a tener esa sensación) y en la que te podías hacer unos pantalones literalmente a la medida –pero no teníamos tiempo–, una tienda Nike de varias plantas, y a pocos metros, la famosa joyería Tiffany’s (sólo la vimos por fuera). Tampoco muy lejos andaba la tienda Warner, donde (antes de saber siquiera que existía la serie) me compré un azucarero en el que pone Central Perk, o sea, la cafetería de Friends. También estuvimos en la tienda Ralph Lauren –pronúnciese “reif loren”– más grande del mundo (entonces, ahora no sé), donde me compré un bañador y un par de camisas. Estuvimos en alguna tienda más, pero estas son las que más recuerdo.

-La comida: noche si, noche no, íbamos al Fashion Café (una franquicia que tenían algunas modelos conocidas, y que ya no existe), porque nos quedaba muy cerca del hotel, alternándolo con el Planet Hollywood (que en Madrid ya no existe tampoco, y creo que igual en otras ciudades del mundo) y el Hard Rock Café (el “superviviente”, jeje, y en mi opinión, en el que mejor se come de los tres: si tenéis la oportunidad de ir en Madrid o Barna probad sus alitas de pollo –picantes y bueníiiiisimas– o sus hamburguesas…y me callo ya porque les estoy haciendo una promoción gratuita que para qué, jejeje).

En fin, estos son algunos de mis recuerdos de aquellas vacaciones. No os quejaréis, os he soltado una buena parrafada. Espero que os haya gustado.

¡Besos pa’ todos!

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si que fué chulo el viaje, visteis un monton de cosas y tienes recuerdos curiosos como el de la taza.
Yo estuve en el fashion café de barcelona y lo que mas me gustó fueron los aseos con los espejos todos llenos de bombillitas.
Desgraciadamente lo de las torres gemelas es irrepetible.
No me has dicho nada acerca de tu correo. Sé que has dicho que desconfias de la gente por eso si no quieres darlo, lo entenderé y sin ningun problema, de verdad, pero por si se te ha olvidado te lo recuerdo. Un beso y feliz fin de semana, por si no posteas.

Juanan dijo...

Niño que chulada, con lo que me gusta viajar, ea ya tengo guía, para la gran manzana,
Pero esta vez sin papis, mejor con amigos,
Compro, upssss espera que tengo hipoteca, bueno me conformo con un café por Madrid,
Jejeje.
Besos y sonrisa siempre sonrisas

Anónimo dijo...

es uns de mis asignaturs penstientes NY

el hard rock nome mola

Molaaaaaaaa

Anónimo dijo...

El hard rock, por dentro es chulo, y la parte de abajo, mola, pero yo sólo he comido una vez, no reservamos y tardamos como 1 hora en sentarnos y mas de media hora larga en que nos sirvieran la comida, la verdad es que se me quitaron las ganas de volver.
Esta noche, los mismo a eso de las 2 estoy por aqui, si vas a estar y te apetece charlar, avisa.

Anónimo dijo...

Hola, ¿hay alguien?

Anónimo dijo...

Sondra soy yo, que se me han ido los dedos.

Anónimo dijo...

Me he adelantado, pero como veo que no estas, pues nada, que pases un feliz fin de semana.

Anónimo dijo...

Esta noche lo mismo me paso, si vas a estar dilo.

JuanSan dijo...

¡Hola! Respuestas varias:
-El mail: no es por ninguno de los que me escribís, pero el caso es que si pongo el mail en mi perfil, algún hacker o malvado aburrido me puede enviar spam y virus a mi ordenador (de hecho ya me pasó una vez). Sonia, es sólo eso, ¡feliz finde para ti también!
-El Hard Rock: si, hay alguna vez que he tenido que esperar, pero yo cuando me dicen que tengo que esperar mucho me piro, pero la comida merece la pena.

Anónimo dijo...

¿estas por aqui?

Anónimo dijo...

Espero que mañana nos cuentes como te ha ido el fin de semana.